Nuestra Congregación

Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia

La Congregación nace en Las Palmas de Gran Canaria, el 12 de Junio de 1895. Es fundada por Fr. José Cueto y Díez de la Maza O.P., y por la Madre Pilar Prieto Vidal.

Apasionados por la construcción del Reino y dejándose llevar por el Espíritu, nuestros Fundadores siguen a Jesucristo alcanzados por el Carisma de Domingo de Guzmán, que expresan de manera peculiar y creativa. Este Carisma es transmitido a la Congregación, quien se siente gozosa continuadora del mismo.

 

Atentos a las necesidades de su tiempo, el P. Cueto y la M. Pilar dan respuesta a una de las necesidades apremiantes: la Educación. Canarias era una de las Diócesis con mayor analfabetismo en España. Por otro lado, el anhelo de la M. Pilar es la educación de la mujer consciente del gran influjo que tiene en la familia y, de ahí, su incidencia social. Con profética intuición afirma: “El cambio social vendrá por la mujer”. De ahí que “Nuestra forma específica de evangelizar, según nuestros Fundadores, es: La educación cristiana del hombre y de la mujer, preferentemente desde la juventud ” (Const. Fund. IV).

Hoy, como en el pasado nuestros Fundadores, procuramos estar atentas a los signos de los tiempos y, a través del discernimiento comunitario, ver las necesidades de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, para elegir las formas de educación más urgentes y adecuadas. Pues somos conscientes que ser fieles al Carisma requiere sensibilidad y creatividad, compasión y despojo, búsqueda de la Verdad, sentido del riesgo y ser portadores de alegría. La vitalidad de nuestro Carisma surge del contacto con la Palabra, de una formación siempre renovada, y del contacto con la humanidad doliente.

Las Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia sintiéndonos “convocadas por el Espíritu para seguir a Jesús desde el Carisma Congregacional, nos comprometemos:

  • A vivir en Comunidad según el estilo de la que formó Jesús, y que vivieron los primeros cristianos, basada en la Acción de Gracias, en el compartir, en el servicio a los demás y en programa de las Bienaventuranzas.
  • A entregar nuestro ser a Dios en una dedicación total a la Iglesia, con un amor universal a todos, como Cristo, por el voto de castidad.
  • A lograr una fraternidad y comunión universal en Cristo desde la perspectiva del voto de pobreza renunciado por ello a riquezas y comodidades.
  • A descubrir la voluntad de Dios en su Palabra, en los acontecimientos históricos, en los signos de la presencia de Dios en la Comunidad, y en la Prioras por el voto de obediencia.
  • A anunciar proféticamente con nuestro testimonio de vida la Buena Nueva, según nuestro fin específico”. (Constituciones II, 4)
 

Todo esto queremos vivirlo en comunión con la Familia Dominicana, con otras Congregaciones religiosas y abiertas al aporte de los laicos, como riqueza y complementariedad de dones, carismas y ministerios apostólicos.